A la sombra del limonero

Mientras alguien busca ser, brillar o aparecer, me pregunto quién soy.

No soy título (ni profesional ni nobiliario), ni currículum, ni libros ni artículos publicados en revistas indexadas, ni medallas ni logros académicos. Tampoco soy imagen en espejo, colgada en la pared o en redes sociales. No soy una cara ni un cuerpo que busca amor, aplausos o validación. Ni soy madre cegada ni abnegada, que se desvive por amor sin reconocer el dolor ni los defectos de sus hijos.

Pero si no soy lo que esperan que sea, ¿quién soy? A veces soy la que se mira al espejo y la que otros miran, con distintos matices y colores. A veces, soy lo que escribo, con la libertad de un niño que escribe lo que quiere, si quiere, cuando quiere, a la hora que quiere. A veces, soy lo que pienso, lo que siento, lo que escucho, lo que digo; a veces no sé quién soy, pero sí sé que siempre soy lo que hago en silencio, sin esperar nada a cambio…

En la vida, seamos como un árbol de limón a la orilla de un lago en pleno verano: colorido, grande, frondoso, lleno de frutos, con banquita y mesa, ante el sol que quema, radiante. Está ahí: da sombra y fruto. No nació para ser visto; no espera gratitud ni aplauso; sin embargo, todos los días, alguien descansa bajo su sombra, siente paz y se reconforta, sin saber su nombre. Pero ¿qué es realmente el servicio y cómo lo entendemos? La Real Academia Española lo define como una “prestación humana que satisface una necesidad y no consiste en la producción de bienes materiales” y brinda asistencia social a grupos vulnerables, promoviendo la igualdad y una mejor calidad de vida (RAE). Así, a través del concepto plano de la Real Academia, podemos ver que el árbol nos da sombra, pero no podemos adentrarnos en todas sus cualidades para comprender a profundidad lo que es el servicio.

Immanuel Kant nos permite adentrarnos en las raíces éticas del servicio en el imperativo categórico, donde sostiene que existe un deber deontológico que nos lleva a conferir valor moral a nuestras acciones. Kant establece un principio: somos y debemos ser tratados como seres humanos; debemos vernos como un fin, nunca como un medio para lograr otro fin; además, tenemos valor y dignidad intrínsecos y debemos respetar la autonomía de cada ser humano. También Kant habló del “deber imperfecto de ayudar” (de la beneficencia) y de la libertad en nuestras acciones.

En este orden de ideas, las personas en situación de vulnerabilidad son un fin (están en necesidad de ayuda), son seres humanos hechos a semejanza de Dios; por lo mismo, no son un adjetivo que describe su condición o una enfermedad, tienen valor, nombre, apellidos e historias dignas de ser escuchadas; así pues, jamás deben ser un medio para exaltar nuestra vanidad. Mostrar con detalle su sufrimiento y su condición vulnerable, ofrecer ayuda en condiciones indignas o presumirla, vulnerar sus rostros sin su consentimiento, no solo implica despojarlos de su dignidad, sino también es violentar su libertad, su autonomía y su derecho a la privacidad y al uso de su imagen. Por lo mismo, nuestro limonero no necesita cámaras ni aplausos y, al no ser un ser racional, renuncia voluntariamente a la pretensión de ser un fin.

De esta forma, el limonero es, en sí, un medio que humildemente nos brinda su sombra, sus frutos y su paz, para que todo aquel que pase pueda resguardarse bajo sus ramas, sin esperar gratitud a cambio. Así, pues, es a través del evangelio que podemos entender el servicio como entrega y amor total, donde vemos en los ojos de nuestros hermanos el rostro de Cristo vivo. Jesús se “despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres” (Filipenses 2,7), al despojarse de su condición como hijo de Dios (dejó de ser un fin) y se convirtió en un medio para ayudar en nuestra salvación. En este acto, Jesús no se aferra a ser reconocido como hijo de Dios; con humildad entrega todo su ser.

Así pues, como en el ejemplo del limonero: Jesús nos regala su sombra, sus mejores frutos y su paz, y entrega su vida por nosotros. Es a través de las Sagradas Escrituras que aprendemos a amar a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Mateo 22,36-40). También, a través del evangelio, somos testigos de que Jesús vino a servir y es testigo fiel de servicio: fue Jesús quien se arrodilló a lavar los pies, sin importar si estos estaban sucios; fue él quien cuidó a los enfermos, el que dio de beber al sediento y pan al hambriento, quien devolvió la vista a los ciegos y el que murió en una cruz para redimirnos de nuestros pecados. Nadie pidió u obligó a Jesús a servir; él no nos dio lo que le sobraba; nos vio a los ojos y nos dio lo que nos hacía falta.

De esta manera, nuestro limonero ya casi está completo, pero no podemos hablar de servicio si no hablamos de compasión y justicia. Elijo la compasión antes que la empatía y la caridad, porque esta nos permite no desvirtuar el camino. Esto es, la empatía se define como la habilidad de identificarnos mental y afectivamente con el estado anímico y/o de compartir sentimientos con otra persona (RAE). En algunos lugares nos explican que es el poder de ponernos en los zapatos del otro y comprender sus emociones, pensamientos y perspectivas desde la nuestra. La empatía se queda en el sentir, pero carece de acción.

En el caso de la caridad, esta se define como “una actitud solidaria con el sufrimiento ajeno y con la ayuda que se da a los necesitados” (RAE). La caridad es una virtud que nace del corazón y es la forma más pura de experimentar empatía. No obstante, debemos ser cuidadosos con ella, ya que “las obras de solidaridad deben hacerse con humildad para que no se confundan con un asistencialismo para tranquilizar conciencias” (Francisco, 2013).

A diferencia de la caridad, la compasión, en su raíz latina, “compati”, significa “sufrir con” (Compassion España, s.f.); por lo mismo, no permite caer en el asistencialismo. Así, la compasión, al igual que la caridad, tiene el componente activo de buscar aliviar o ayudar, que la empatía por sí sola no tiene.  Si volvemos al inicio de esta carta y retomamos a Kant, a la compasión hay que agregarle la libertad, y a quienes ayudamos, devolverles siempre la autonomía; yo agrego la justicia, porque es en esa fórmula simple donde radica el secreto de la dignidad inalienable de todo ser humano.

 

Empatía  + Acción —-> Compasión  

Compasión+ Justicia + Libertad + Autonomía = Dignidad humana

 

Finalmente, mi limonero está torcido y da buenos frutos; lo torcido no lo hace malo. Son los cuidados, el abono, los nutrientes, lo que lo hizo crecer fuerte, florecer y dar esos limonzotes que me apaciguan la sed. Así pues, no importa cómo nació la rama, sino cómo regamos, cuidamos y queremos al árbol. La gratitud y la generosidad van de la mano, como la semilla que germina en el patio de nuestra casa. Los invito, pues, a ser limoneros en la vida de otras personas y ofrecer su servicio con humildad, amor, entrega, compasión y justicia, respetando siempre la libertad, autonomía y la dignidad de los corazones que tocan, sin esperar gloria ni remuneración por sus obras, Dios, que todo lo ve, conoce su entrega y sabrá agradecer, en abundancia, cada una de sus bondades. Los invito, pues a:

 

¡Servir y alimentar a otros con la pasión con que Cristo vive!

 

Si mientras paso por este mundo puedo ayudar,

Si puedo alegrar con mi palabra o mi canto,

Si puedo mostrarle a alguien que va por un mal camino,

Entonces mi vida no habrá sido en vano…

(Adaptado de Dr. Martin Luther King Jr., 4 feb 1968, Atlanta)

 

A. Martin

Ciudad de México

Noviembre 23 de 2025

Referencias

Caridad. Diccionario de la lengua española (2024), RAE, https://dle.rae.es/caridad.
Compassion España. (s.f.). Comprender el significado de la compasión. https://www.compassion.es/comprender-significado-compasion/.
Empatía. Diccionario de la lengua española (2025), RAE, https://dle.rae.es/empatía.
Francisco, Encuentro con los pobres y los detenidos en la Catedral de Cagliari, 22 de septiembre de 2013, Librería Editrice Vaticana ©. https://www.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2013/september/documents/papa-francesco_20130922_emarginati-cagliari.html.
King, M. L., Jr. (1968). The Drum Major Instinct [Adaptado]. Sermón en la Iglesia Bautista Ebenezer, Atlanta, GA, 4 de febrero de 1968. https://kinginstitute.stanford.edu/drum-major-instinct
Servicio. Diccionario de la lengua española (2001), RAE, https://www.rae.es/drae2001/servicio.